Lejos de Nápoles, la vida y una segunda juventud acompañan a Fabio Quagliarella (31/01/1983, Castellammare, Nápoles) en Génova. Ha sido en la Sampdoria donde ha batido sus propias marcas personales en goles a los 35 años, con 19 dianas la campaña pasada, cifra que superó los 17 que anotó con el Chieti en Serie C, su mejor marca desde que es profesional. Sin embargo, antes de esta plácida aventura bajo las órdenes de Giampaolo, hay una historia oscura que durante un tiempo hizo vivir a la familia Quagliarella un auténtico infierno. Ocurrió cuando su sueño de jugar en el equipo de su ciudad y de su corazón, el Napoli, se estaba cumpliendo. Incluso soñaba con enfundarse el brazalete de capitán.
Corría el año 2009. Quagliarella llegaba procedente de Udinese a Nápoles y se convertía en el fichaje más caro de un jugador italiano al cuadro partenopeo: 18 millones de euros. Su sueño, pese a pertenecer a las categorías inferiores del Torino, se cumplía. Volvía a casa.
En 2009, Quagliarella llegaba procedente de Udinese a Nápoles y se convertía en el fichaje más caro de un jugador italiano al cuadro partenopeo
Fue entonces cuando todo ocurrió. Tuvo un problema con las contraseñas de sus redes sociales y un agente de la Polizia Postale, la que se ocupa de todo lo relacionado con el ciber-crimen, se puso en contacto con él para solucionar el problema. Aquello derivó en una fatídica amistad que puso en jaque cualquier valor que el delantero italiano pudiera tener. Acto seguido empezaron a llegarle anónimos a casa en los cuales se le acusaba de pedófilo, de participar en orgías y de rodearse de mafiosos. Incluso amenazaron con asesinar a su hijo y llegó a encontrarse una foto de un ataúd con su cara en él.
Mientras las amenazas no cesaban, ese mismo policía, Raffaele Piccolo, le pedía camisetas y autógrafos –le llegó a regalar más de 20 camisetas, reconoció el jugador- e insistía en que estaban muy cerca de coger al autor de estas amenazas. Llegaron también a la policía anti-mafia, en las cuales acusaban a un íntimo amigo del futbolista de pertenecer a ella. Estas cartas provocaron que se abriera una investigación en su contra.
Finalmente, el problema se agravó cuando estas amenazas llegaron al club, que decidió venderle. Apareció la Juventus y el jugador tuvo que marcharse bajo la imagen de traidor, mientras se mordía la lengua al no poder dar su versión. Tras siete largos años aguantando, esta vez, las amenazas de los propios seguidores del Napoli, que no dudaban en increparle cada vez que volvía a su ciudad a ver a su familia, se supo toda la verdad, Piccolo cometió un error. El policía aseguró estar recibiendo, también, amenazas. Cuando la familia del jugador quiso ver esas supuestas amenazas, siempre recibían largas o directamente, destruía las pruebas. Fue entonces cuando empezaron a sospechar. El padre del jugador comprobó que ninguna de las denuncias que realizaron acabaron en manos de la policía y Rafaelle Piccolo fue detenido por extorsión, no solo a Quagliarella, si no también a más famosos.
Quagliarella tuvo que marcharse a la Juventus bajo la imagen de traidor, mientras se mordía la lengua al no poder dar su versión
En 2017, después del juicio, se pudo saber toda la verdad. Al finalizar un encuentro, ya con la camiseta de la Sampdoria puesta, el jugador explotó delante de las cámaras. Fueron siete años aguantando los insultos de los aficionados del Napoli por una supuesta traición, que en el fondo fue obligado a cometer, y cinco de un acoso constante por parte de Piccolo. Todo había acabado, el proceso judicial también – con cuatro años y ocho meses de condena para Piccolo- y la paz volvía al corazón y a la mente del delantero italiano, que recibió múltiples disculpas por parte de su antigua afición.
Por este suceso nunca sabremos cómo hubiese sido la carrera de Quagliarella en Nápoles. El futbolista aseguró que solo anotó once goles pero que le supieron como 100. No dudó en afirmar que todavía continuaría en el club si nada de esto hubiera pasado, lamentando el tiempo perdido y su longeva edad para a día de hoy poder volver.
Fuente imagen principal: Agencias.