Lorenzo Insigne ha sido un jugador capital para el Napoli desde que se asentase en el primer equipo del conjunto partenopeo allá por 2012. El paso de los años no ha hecho sino hacerle cada vez más troncal, explotando a raíz de la llegada de Maurizio Sarri en la temporada 2015/2016. El técnico criado en la Toscana lo tenía muy claro cuando llegó, y no dudó en señalar al menudo jugador de Frattamagiore como el mayor talento del fútbol italiano. La unión Sarri-Insigne fue fundamental para que Lorenzo sacase a relucir su mejor fútbol.

La unión Sarri-Insigne fue fundamental para que Lorenzo sacase a relucir su mejor fútbol

Partiendo desde el extremo izquierdo y formando un triángulo devastador en fase de posesión junto a Ghoulam y Hamsik, la influencia de Insigne creció hasta convertirse en uno de los máximos exponentes del Sarrismo. De su encaje en ese sistema y filosofía nació un jugador capaz de aglomerar alrededor de 100 toques por partido, dañar entre líneas, filtrar últimos pases (su diagonal hacia los desmarques de ruptura de Callejón son una marca registrada de ese Napoli) y administrar posesiones o transiciones. Un todo en uno al que le añadió valor encontrar una mayor regularidad de cara a puerta. De anotar 5, 9 y 2 goles en sus tres primeras temporadas pasó a firmar 13, 20 y 14 durante el trienio Sarrista. Un salto de calidad global y en el gol que, aún con la irregularidad en la definición que padece de serie, ha sido evidente. Sin embargo, Sarri y el Napoli separaron sus caminos este verano y Aurelio De Laurentiis se encomendó a un entrenador del calibre y experiencia de Carlo Ancelotti para sustituir al que a la postre se convertiría en nuevo técnico del Chelsea.

Los primeros pasos de Carletto en Nápoles dibujaban un 4-3-3 en el que Insigne partía de nuevo desde el extremo izquierdo, pero tras las tres jornadas iniciales de Serie A Ancelotti pasó a un 4-2-3-1 que sin balón ha dotado de mayor solidez al equipo. La variación de sistema ha implicado un cambio de rol que no ha podido sentar mejor a Insigne, pues otorgarle la mediapunta se está destapando como un auténtico acierto. Defiende menos, juega mejor, y golea más; como demuestran las cuatro dianas que ha conseguido en sus otros tantos partidos en su nueva demarcación.

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A sus 27 años y en plena madurez futbolística, el paso de Insigne al rincón del 10, bien y más situado entre líneas, tiene un objetivo claro: aumentar (aún más) su producción goleadora sin reducir su influencia. Insigne siempre se ha caracterizado por finalizar las jugadas entrando desde la izquierda, habitualmente con una tendencia muy poco sana a adornarse en el último gesto. Ahora, sus goles bajan en belleza pero aumentan en frecuencia. Su nuevo papel busca fomentar el instinto del hijo pródigo napolitano y sus tantos están siguiendo un patrón: definiciones en el área pequeña, sin pensar y a un toque. 

Es pronto, pero las primeras muestras de Lorenzo en la mediapunta son tan prometedoras que hacen pensar que puede ser el año en el que se produzca un nuevo salto de calidad

Es pronto, pero las primeras muestras de Lorenzo en la mediapunta son tan prometedoras que hacen pensar que puede ser el año en el que se produzca un nuevo salto de calidad, hacia un escalón más definitivo. Ancelotti está poniendo todo de su parte para que esto suceda y en Nápoles se frotan las manos con lo que ven y con lo que pueden llegar a ver. El despegue definitivo de la vespa napolitana está llegando. Queda sentarse delante de los pobres enlaces por los que hay que ver este año la Serie A y disfrutar. 

Fuente imagen principal: Paulo Bruno / Getty Images Sport.