Cuando llegó el verano de 2016 todo era optimismo en Nápoles. El Napoli venía de protagonizar una más que notable primera campaña bajo las órdenes de Maurizio Sarri, y Gonzalo Higuaín había hecho historia. Entrenado por el técnico toscano, el ariete argentino se había convertido en el jugador con más goles (36) en una temporada de Serie A, un récord (35 tantos) de Gunnar Nordhal que permanecía en el tiempo desde 1950.
El amor entre Higuaín y el pueblo napolitano parecía mutuo, y en la ciudad se soñaba en grande si el club conseguía aumentar el fondo de armario de su plantilla. No obstante, la Juventus y Gonzalo tenían otros planes, y protagonizaron unos de los fichajes más impactantes de los últimos años. Nápoles se quedó en shock, más enrabietada que triste, pero con la obligación de reaccionar. Fue entonces cuando Cristiano Giuntoli y Aurelio De Laurentiis pensaron en un delantero de 22 años del Ajax, con notable bagaje en el club ajacied (24 goles en 42 partidos disputados en la 2015-16), para llenar el vacío que dejaba Higuaín. Su nombre era Arkadiusz Milik.
Para llenar el vacío que había dejado Higuaín, el Napoli fichó a Milik
El polaco se convirtió en la segunda mayor inversión de la historia del club partenopeo (€32M), precisamente por detrás del propio Higuaín (€39M). A lo largo de dicho periodo estival, no fueran pocas las informaciones que aseguraban que Milik no sería el único en llegar, y que para reponerse del golpe se necesitaría otro nueve. Entre tanto rumor, no llegó nadie y Arek disipó dudas con un comienzo fulgurante: doblete contra Milan, Bologna y Dynamo de Kiev en Champions League. Su impacto no pudo haber sido mayor.
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Pero entonces llegó un fatídico parón de selecciones que cambiaría el signo de su suerte bajo la falda del Vesubio. El 9 de octubre de 2016, en un partido frente a Dinarmaca jugando con su selección, Milik sufría una rotura del ligamento cruzado anterior de su rodilla izquierda. Él lloraba y el Napoli hacía lo propio por su pérdida. Contra todo pronóstico, los llantos no duraron demasiado. Maurizio Sarri encontró -por necesidad- un nueve demoledor en la figura de Dries Mertens. El pequeño diablo belga, aunque de diferente perfil, había llenado el vacío que dejó primero Higuaín y Milik más tarde. El polaco quedó en el olvido.
El 9 de octubre de 2016, en un partido frente a Dinarmaca jugando con su selección, Milik sufría una rotura del ligamento cruzado anterior de su rodilla izquierda
Su reaparición se produciría antes de lo esperado: a mediados del mes de febrero ya disputó sus primeros minutos. Pero su participación no se redujo a más que breves apariciones desde el banquillo. De esta manera, el ex delantero del Ajax llegaba a la temporada 2017-18 con ilusiones renovadas. Pese a la explosión de Mertens, apuntaba a ser un recurso importante en un equipo que se fijó entre ceja y ceja conseguir el Scudetto. Ver puerta en su primer partido como titular del curso, frente al Hellas Verona, presagiaba una recuperación progresiva del atacante de Tichy. Sin embargo, su carrera se iba a volver a torcer el 23 de septiembre de 2017. Entrando desde el banquillo, las lesiones volvían a llamar a la puerta de Milik. Esta vez, su rodilla derecha. Un golpe tan duro como inesperado, que además le asignaba un estigma de jugador frágil muy peligroso. Tocaba volver a empezar.
Con el Napoli sumergido en plena lucha por el título liguero, la vuelta de Arkadiusz se postergó hasta el 3 de marzo del año pasado, cuando -a la desesperada- disputó quince minutos en una contundente derrota (2-4) en San Paolo contra la Roma. De ahí en adelante, volvió a experimentar el rol de revulsivo desde el banquillo, anotando goles de vital importancia para mantener viva la lucha por el título frente a Chievo Verona y Udinese. Ya sin nada en juego, firmaría dos dianas más ante Sampdoria y Crotone, cerrando en alto otro curso exigente en lo físico y lo mental.
Pese a todas las adversidades, Milik nunca se ha rendido. A la tercera va la vencida, ha debido pensar. Y lo cierto es que, no sin altibajos, hasta la fecha está consiguiendo protagonizar una temporada notable y sin sustos. La llegada de Ancelotti le otorgó el rol de punta titular en cuatro de los cinco primeros choques de la presente campaña, pero pronto cedió dicha condición en favor de Mertens. Pero Milik, de nuevo, se ha rehecho. Las lesiones y fotos dramáticas en las que ha sido protagonista como la de la parada de Alisson en el descuento (o la de Donnarumma ante el Milan en abril) lo han acompañado desde su aterrizaje en Campania, pero diciembre ha sido el mes de su despertar. El de la redención de Arkadiusz Milik.
Pese a todas las adversidades, Milik nunca se ha rendido
Sus seis goles en el último mes de 2018 han ganado partidos (como en Bérgamo o Cagliari), pero sobre todo ha vuelto a dejar la sensación de que, cuando dispone de regularidad, marca. Los datos así lo refrendan: el polaco es el jugador con mejor frecuencia de gol por minuto de toda la Serie A (97.9 minutos/gol), por delante de depredadores como Cristiano Ronaldo (117 minutos/gol) y su compatriota Kryzstof Piatek (123 minutos/gol). Asimismo, en comparación con otros ilustres nueves que han vestido la camiseta azzurra en la última década, sus números en el campeonato italiano también brillan: su actual ratio y el de la 2017-18 (87,6 minutos/gol) superan cualquier media de Edinson Cavani, y solo sale perdiendo con el Higuaín de los 36 goles ligueros (83 minutos/gol).

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Quizás de Milik no hemos visto con tanta frecuencia el fluido juego de espaldas a portería y capacidad de ejercer como conector entre líneas (rol que en el Napoli ejercen otros jugadores) que exhibió especialmente en la Eurocopa 2016 con Polonia, pero sí ha dejado ver que en él hay un rematador de nivel superior a lo que se podía estimar. Y es que siempre que está bien suministrado, es capaz de sacar remates dentro del área. Como revulsivo o como plan principal, asistirle es sinónimo de peligro. La recuperación de Faouzi Ghoulam y la llegada de Kevin Malcuit hacen que Carlo Ancelotti disponga de dos laterales profundos con los que potenciar a su número 99. Todo este repertorio, acompañado de una zurda exquisita. Nunca un aterrizaje fue tan tortuoso como el suyo en Nápoles, pero parece que, definitivamente, con todavía 24 años y margen de mejora, Arkadiusz Milik ha llegado para quedarse.
Fuente imagen principal: Carlo Hermann / AFP.
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