INTER (4-2-3-1) | Handanovic; D’Ambrosio, de Vrij, Skriniar, Asamoah (Baldé, 46′); Brozovic, Vecino; Politano, Nainggolan, Perisic (Dalbert, 73′); Icardi (Lautaro, 71′)

EMPOLI (5-3-2) | Dragowski; Pajac, Dell’Orco, Silvestre, Maietta (Ucan, 71′), Di Lorenzo; Acquah (Brighi, 71′), Bennacer, Traoré; Caputo, Farías

GOLES: Keita Baldé (1-0, 51′), Traoré (1-1,, 76′), Nainggolan (2-1, 81′)

  • PAZZA INTER AMALASinceramente, pocos himnos poseen títulos tan sumamente representativos y gráficos sobre la idiosincracia y personalidad del mismo club como el del Inter lo hace. Pazza Inter (loco Inter) define al dedillo la identidad y el carácter de esta sociedad, que no deja de ser otro que el que ya hemos ido contando durante el transcurso de toda la temporada: un club dado a la autodestrucción constante, acometiendo odas a la esquizofrenia general, tanto futbolística como ejecutiva y social, haciendo apologías tenaces a la inestabilidad emocional, a las idas y venidas, a los desenlaces dramáticos. Porque si algo tiene el Inter es drama. Para bien o para mal, eso dependerá del día, pero una buena ración de tragicomedia siempre estará asegurada. Al final hoy el Inter se ha clasificado a Liga de Campeones, cierto es, pero lo hizo como sólo él podía hacerlo: intentando por activa y por pasiva lo contrario, suicidándose futbolísticamente por todas las vías posibles y convirtiendo el tramo final del partido en un ejercicio prácticamente cómico para el espectador neutral, con futbolistas absolutamente incapacitados para aguantar la exigencia emocional del momento, desajustes dignos de categoría regional y, en general, una fase defensiva trágica. Las gracias a Handanovic, y poco más. Todo muy Inter, vamos.
  • EL PRIMER TIEMPO INTERISTA | Salió Spalletti con el once esperado, el de gala por otra parte, dejando de lado la meritocracia de ciertos jugadores (Lautaro), y juntando a Nainggolan por detrás de Icardi, a Vecino con Brozovic y a Politano junto a Perisic por fuera. El inicio nerazzuro fue el idóneo: presión alta, agresiva y ordenada, incapacitando las salidas del Empoli, taponando las vías de apoyo a Bennacer (clave para la distribución del Empoli en campo propio), y, en general, imprimiéndole un ritmo alto a sus acciones, con un enorme volumen de juego exterior, potenciando las diagonales de Politano para juntar marcas y descargar al lado débil para que Asamoah, con tiempo y espacio, pusiese el envío al área definitivo, no sin antes ocuparla con llegadores de segunda línea. Al final, la superioridad interista en el primer período fue tangible, el dominio territorial innegable y las sensaciones positivas hasta cierto punto, pero la brillante actuación de Dragowski bajo palos impidió a los locales irse con ventaja al descanso.

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  • EL SEGUNDO TIEMPO INTERISTA | ‘Al César lo que es del César’. Así es. Si Spalletti ha sido durante muchísimos tramos de temporada un pseudoentrenador y alguien duramente criticado por un servidor, su dirección de campo en el intervalo terminó siendo decisiva a la postre: introdujo a Keita Baldé por Asamoah, retrasando así a Perisic al lateral zurdo y situando al futbolista africano por el extremo de ese mismo perfil, dándole aún más altura al juego exterior y sumando otro efectivo puramente atacante. A los pocos minutos de la reanudación Keita pusó el 1-0 en el marcador con un tiro cruzado desde la frontal del área, dándole así la ventaja momentánea al Inter. El cuadro de Spalletti siguió siendo amo y señor del escenario, convirtiendo el partido en un frontón, mientras el Empoli apenas podía sumar salidas. Fue hasta el 60′, cuando el colegiado señaló un riguroso penalti sobre Mauro Icardi, cuando se vio al mejor Inter. Ese penalti cambió por completo el guión. Icardi, en una campaña para olvidar, lo falló. Al Inter le entraron las dudas y el Empoli se creció. A partir de ahí nada tuvo sentido o lógica.
  • DESENLACE CRUEL PARA UN EMPOLI ORGULLOSO | Terminó mordiendo el polvo el conjunto de Andreazzoli, pero la realidad es que el cuadro toscano mereció encontrar su premio. Para contextualizar un poco, el inicio fue dubitativo, costaba juntar pases en fases de salida, Bennacer estaba desactivado por la presión interista, las precipitaciones eran constantes y las salidas en transición con los apoyos de Caputo contadas. Apenas la enorme capacidad del joven Hamed Traoré para conducir y transportar ataques pudo dar algo de aire al cuadro visitante. En el segundo tiempo, el ejercicio defensivo siguió siendo sobrio, claramente sustentado por una defensa de su portería absolutamente demencial por parte del polaco Dragowski (increíble portero, con un futuro por delante enorme). Sus reflejos mantuvieron vivas las esperanzas del combinado toscano hasta los últimos 25 minutos, cuando avanzó líneas y fue a por el empate. Ahí, con un ritmo veloz en la circulación, un Bennacer dirigiendo y orientando desde la base de la jugada, un Di Lorenzo profundo, asociativo y preciso en el envío (muy fan de este jugador), el Empoli fue ganando altura ofensiva y prácticamente cada llegada se convertía en ocasión manifiesta de gol. Al final, por pura insistencia, terminó llegando el empate de Traoré, pero fue esa misma ambición la que cinco minutos después le condenó al 2-1 definitivo, defendiendo una transición en inferioridad numérica. Con el 2-1 en el marcador y la obligación irremediable de empatar el choque para salvarse, el equipo se volcó y con la dirección de Bennacer, el juego de espaldas de Caputo, la capacidad de Salih Ucan para llegar desde segunda línea y ser indescifrable y, dicho sea de pase, el tremebundo desastre defensivo del Inter, el Empoli dispuso de dos o tres ocasiones diáfanas para empatar el choque, salvarse y mandar al Inter fuera de Champions. Dos 1vs1 y un pase de la muerte que D’Ambrosio salvó bajo palos. Murió de la manera más bella y orgullosa, pero al mismo tiempo de la más cruel y aciaga. Honor para el Empoli.
  • CONTRASTES EMOCIONALES | Terminó la temporada en el fútbol italiano y con ello un río de lágrimas, sonrisas, sueños cumplidos o ilusiones rotas. El Inter al final cumplió su objetivo, pero las formas, el proyecto a la deriva y la dinámica del club desde el mes de diciembre incitan a una reconstrucción que muy posiblemente empezará esta misma semana con el nombramiento de Conte como entrenador. La Liga de Campeones era vital para poseer atracción en el mercado. Habrá que ver qué pasos toma la dirigencia nerazzurra. Para el Empoli será hacer ‘tabula rasa’, volver a empezar desde la Serie B e intentar utilizar las mimbres presentes para volver a la máxima categoría del fútbol nacional lo más pronto posible. El ejemplo a seguir será el de su último descenso hace un par de años. Serán días duros, críticos y tristes en el club toscano, pero al final esto no deja de ser un bucle y aquí está la gracia del fútbol. Todo se acaba, todo vuelve a empezar.

 

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