Eusebio Di Francesco es el entrenador que más lejos ha llevado a la Roma en Europa en las últimas temporadas, y eso que lo hizo de la forma menos esperada. No tenía un equipo que le mirara de tú a tú a la Juventus de Turín, pero sí que convirtió eso contra el Barcelona haciendo una vuelta en el Olímpico perfecta, y estuvo cerca de repetir la historia contra el Liverpool, quien finalmente acabó pasando a la final contra el Real Madrid. Ahora el técnico sin tener un equipo al que dirigir analiza en Corriere dello Sport, a qué se está dedicando en el paro, qué hizo mal en la Roma y cuenta cómo fue su despido.
Primero repasó lo que está haciendo actualmente: «Me he dedicado a la lectura, a la psicología, he estudiado temas relacionados con mi trabajo. Hice algunos discursos con clubes de fútbol juvenil a través de una conferencia telefónica. Tenía planes de ir a ver partidos y evaluar jugadores, tanto en Italia como en el extranjero. Seguí el fútbol en general, especialmente el relacionado con mis ideas. Seguí a Roma, Samp, a mi hijo Federico, y también fui a visitar a mi sobrino. Pero cuando fui a ver a la SPAL, perdió dos veces y luego pensé que era mejor no dejarme volver a verme».
Eusebio siguió hablando del momento en el que le despidieron como entrenador de la Roma: «El fútbol es así, vinculado a episodios: el despido fue un conjunto de situaciones más allá de los resultados. Hubo cierto descontento que nos llevó a ese fin. Fue un momento especial, habíamos perdido el derbi». Y continuó sobre el derbi: «De cuatro derbis he ganado dos y solo he perdí ese. En Oporto tuvimos mala suerte por el arbitraje. Nos merecíamos los cuartos de final. El año anterior, llegamos a la semifinal. En Europa hemos hecho nuestro mejor esfuerzo. El descontento de la derrota en Liverpool permanece, en condiciones particulares. Luego, en el Olimpico, marcamos goles solos, la expulsión de El Shaarawy, el rescate en la línea…».
Para entender todo esto, Di Francesco volvió más al pasado aún: «Se tomaron decisiones incorrectas, comenzando por las que más me arrepiento, la partida de Strootman y Nainggolan. Strootman es un jugador extraordinario, con su partida perdimos personalidad y le pagamos en continuidad de resultados. Lamento no haber insistido en que se quedara, apoyé su decisión. Los resultados fluctuantes del segundo año no estuvieron en el primero, a pesar del caos con el mercado de enero, es que Dzeko estuvo a punto de ir a Chelsea. Se esperaba gente joven, tuve que revisar el sistema de juego para adaptarlo a las características de ciertos jugadores. Ünder ha tenido que madurar, Kluivert se tomó su tiempo. Y entonces llegó Zaniolo. Todos me decían que era un chico complicado, pero no tuve ningún problema con él».
Y finalizó contestando a la pregunta de si se le revelaron los futbolistas: «Siempre dieron lo mejor de sí, hubo momentos en que no era bueno meterme en su cabeza. Se han dicho muchas cosas malas. Incluso cuando la compañía decidió enviarme lejos, algunos jugadores hicieron todo lo posible para que Pallotta cambiara de opinión, quien tomó la decisión. Me sentí con el presidente unos días después del despido, sus palabras me complacieron».