Roma, mayo de 1984. Uno de los dos equipos de la capital italiana, la Associazione Sportiva Roma, que debutaba en la temporada 1983/84 en la Copa de Europa tras haber conseguido el segundo Scudetto de su historia en la campaña precedente, se enfrentaba tras eliminar al Dinamo de Berlín en cuartos de final, al Dundee United, campeón escocés por primera y única vez en su historia, por un puesto en la final de la competición.
La Roma tenía, entrenada por el legendario exfutbolista sueco Nils Liedholm, una de las mejores plantillas de su historia, en la que destacaban futbolistas del nivel de los brasileños Falcao y Toninho Cerezo, así como los atacantes italianos Roberto Pruzzo y Francesco Graziani, el portero Franco Tancredi o un joven centrocampista llamado Carlo Ancelotti, además de Bruno Conti o el ‘capitano’ Agostino di Bartolomei.
Enfrente, un sorprendente Dundee United, dirigido por la leyenda del club Jim McLean (al frente del club desde 1971 hasta 1993, que se había plantado en las semifinales de la máxima competiciones de clubes a nivel continental tras deshacerse de clubes como el Rapid de Viena o el Standard de Lieja en las rondas precedentes. El escocés Paul Sturrock era la referencia del equipo ‘mandarina’ como se les conoce por el color de sus camisetas.
La Roma partía, ante el desconocido Dundee con la vitola de favorito de cara al partido de ida que se disputaría en el coqueto Tannadice Park, con capacidad para alrededor de 20.000 personas en una época en la que todavía el público no estaba obligado a tener asignado un asiento y podía presenciar el partido de pie.
Falcao atraía todos los focos en la previa al ser baja para ese partido tal y como anunciaba Liedholm. Quizás el partido de mayor importancia para la historia del Roma hasta aquellos días se disputaría tan sólo cuatro días antes de la visita a Turín del equipo giallorosso, que se mediría a la Juventus en un partido de vital importancia para el Scudetto, que finalmente se llevaría el equipo piamontés.
McLean tiraba en las horas previas de modestía al afirmar que se enfrentaban David contra Goliat mientras que Liedholm juraba y perjuraba que no pensaba en aquel partido ante el equipo bianconero en la competición doméstica y aseguraba que el partido de ida tendría muchísimo qué decir sobre la eliminatoria… como acabó siendo.
El modesto Dundee se plantó en las semifinales de la Copa de Europa y logró poner contra las cuerdas a la Roma, sacando de quicio a su presidente
El Dundee consiguió contra todo pronóstico vencer por 2-0 a una Roma desbordada que se veía contra las cuerdas en una competición en la que, llegados a estas alturas, estaban obligados a llegar a la final que se disputaría en su estadio.
“La Roma en la reanudación ha perdido la cabeza”, titulaba La Stampa al día siguiente. “Un ordenador muy lento ante la máquina de pinball escocesa”, aderezaba Bruno Perucca en el relato de un partido en el que la Roma tuvo alguna oportunidad pero una mala segunda parte le condenó.
A partir de ahí comenzaba el camino de la remontada, en la que también tomó parte Dino Viola, presidente del club romano. Viola no se tomó demasiado bien la derrota en Tannadice Park e incluso acusó al equipo escocés de haberse dopado, protestas que no fueron a ninguna parte. Lo que la Roma había perdido en el campo, debía de remontarlo en el campo. Pero Viola no estaba del todo convencido de la capacidad de sus futbolistas.
Es por ello que, según admitió su hijo Riccardo Viola en 2011 en una entrevista realizada por Mediaset Premium, Dino pagó a través de un intermediario 100.000.000 de liras al árbitro del partido de vuelta, el francés Michel Vautrot, que les echaría una mano a los de Liedholm en el Olímpico.
“Tres goles que valen una temporada”, tituló La Stampa tras el final del partido de vuelta. Como era de esperar, el cuadro romano venció por 3-0 y consiguió el pase a una final que acabaría perdiendo ante el Liverpool como anfitrión en la primera tanda de penaltis de las finales de la Copa de Europa.
Vautrot señaló un dudoso penalti en el área del Dundee en el minuto 58 cuando el marcador ya era de 2-0. Di Bartolomei lo convirtió y el cuadro escocés veía rotos sus sueños de alcanzar la finalísima.
La UEFA comenzó a investigar a Viola, a quien suspendió en 1986, prohibiendo la entrada de la Roma en cualquier competición europea durante una temporada, a pesar de que el cuadro romano iba a disputar la Recopa como ganador de la Coppa Italia. Finalmente, ante la falta de pruebas, la Roma y Viola quedaron absueltos imponiéndose a la entidad italiana una multa de 200.000 francos suizos por responsabilidad objetiva, cifra de la que consiguieron pagar sin embargo sólo 100.000.
En 2014. Sturrock mandaba una carta a Platini pidiéndole que les dieran la medalla de subcampeones
25 años después Riccardo Viola, como contábamos unas líneas más arriba, destapaba la verdad indignando a un McLean que se sentía “asqueado” y a un Sturrock que llegó a enviar una carta a Michel Platini en 2014 reclamando que se le diera al menos la medalla de subcampeón a su equipo.
“No sospechamos durante el partido. Pensamos que el árbitro había estado bien. Podríamos haber ganado al Liverpool. De hecho creo que lo habríamos hecho por la forma en la que jugábamos en aquella época”, se lamentó en 2014 un Sturrock que jamás podrá saber qué habría pasado si Vautrot no se hubiera dejado corromper aquella noche del 25 de abril de 1984.
En 1987 el Dundee United alcanzaría, y perdería, la final de la Copa de la UEFA ante el Goteborg en el que sería su último gran logro europeo hasta la fecha.
Fuente imagen principal: Agencias.