El AC Milan de Vincenzo Montella está siendo una de las sorpresas del panorama europeo. Solidez, sobriedad, orden y criterio con balón están siendo sus avales competitivos. Sin embargo, un equipo basado en el orden debe tener alguien que genere el caos en el equipo rival. Y ese no es otro que Giacomo Bonaventura.
Era el verano de 2014, y el mercado de fichajes del AC Milan era de todo menos inspirador. Descartes de otros equipos, como Diego López, Fernando Torres, Álex, Ménez o Suso, unidos a otros nombres de perfil menor como Gabriel Paletta o Mattia Destro, llegarían ese verano a Casa Milan. Jugadores con cierto renombre, pero que debían rendir más que en su año anterior para que el equipo pudiera competir por estar bien arriba. En el banquillo, el novato Filippo Inzaghi sería el encargado de acoplar una estructura competitiva uniendo esos fichajes con el escaso talento que aún permanecía en la plantilla. Sin embargo, sobre la bocina se cerró la que sería la gran incorporación del mercado, y el fichaje más caro de aquel año: Giacomo Bonaventura. El jugador más destacado de un equipo generador de talento como el Atalanta arribaría a Casa Milan a cambio de 7 millones de euros. Acostado en la izquierda del ataque bergamasco, ‘Jack’ Bonaventura driblaba a todo el que le salía a su par. Sin embargo carecía de una gran resolución en los resultados finales. Un bagaje de 5 goles y 4 asistencias la temporada previa a su desembarco en Milán eran cifras decentes, pero no parecían la solución a los problemas que el Milan tenía arriba desde que Ibrahimovic marchó a París.
El acoplamiento de Bonaventura al AC Milan de Filippo Inzaghi no fue fácil. La preferencia del míster por jugadores de carácter más finalizador arriba –como Honda, Cerci o Ménez- para acompañar al delantero centro hizo que ‘Jack’ tuviera que buscar acomodo en el interior izquierdo, primero en 1-4-4-1-1 con labores más organizativas que las que asumía en el Atalanta, y posteriormente en 1-4-3-3 con falso 9, en el que Bonaventura debía abrirle siempre líneas de pase a Nigel De Jong, para que no tuviera dificultades en salida de balón. En definitiva, Bonaventura pasó en muy poco tiempo de ser un elemento que desbordaba al rival a uno que generaba orden a su propio equipo. Sin embargo, no perdió su esencia regateadora, e incorporó a su repertorio una paleta de pases muy amplia. Como interior izquierdo, ‘Jack’ recibía en la base, abría líneas de pase por el costado izquierdo, cambiaba de frente cuando había juntado al equipo rival a su alrededor y, para colmo, desarrolló una gran capacidad para filtrar el pase definitivo al delantero. Más allá de su gran nivel, se convirtió en el centrocampista más importante del equipo tras la lesión de Montolivo. Andrea Poli nunca estuvo capacitado para dirigir al Milan, y los otros mediocentros eran Michaël Essien, Sulley Muntari, muy limitados con balón, y unos jovencísimos Riccardo Saponara y Bryan Cristante, quienes no llegaron a contar con una oportunidad.
Ante la escasez de talento a su alrededor, Giacomo Bonaventura tuvo que erigirse como líder del centro del campo milanista
Sin embargo, su confirmación total como el motor del equipo llegó la temporada siguiente, a las órdenes de Mihajlovic. Tras muchas pruebas con el dibujo táctico, Sinisa asentó a su Milan en un 1-4-4-2 clásico en el que Jack seguía acostado en la izquierda. El equipo mantenía las líneas muy juntas, y el italiano era el encargado de lanzar los contragolpes, acelerar mediante conducciones y buscar en profundidad a dos flechas como Niang y Bacca, jugadores con buen criterio para combinar desmarques de apoyo y de ruptura según lo que pidiera la jugada en cada momento. Además, la tranquilidad con la que juega Bonaventura y su habilidad le permiten pausar la jugada unos segundos y aguantar la bola (la protege muy bien con el cuerpo, poniendo el trasero entre los rivales y el balón). Estos segundos son mágicos para que el Milan suba líneas y los apoyos le lleguen. Esa pausa también se traduce en un gran criterio con el balón: Bonaventura no se equivoca casi nunca. Como no le quema la pelota en los pies, irse de dos rivales para luego soltarla y dejar a un compañero en situación de ventaja no es problema para él.
En el nuevo Milan de Vincenzo Montella los roles se han repartido más. Bonaventura ya no tiene que recibir tan abajo ni tan escorado, ya que la irrupción de un jugador que la saca desde atrás como Manuel Locatelli le permite irse más arriba, y Mattia De Sciglio está subiendo con buen criterio, por lo que Jack está tendiendo mucho más a zonas interiores y de mediapunta. Pese a que, en salida de balón, otros jugadores como el propio Locatelli o Alessio Romagnoli están teniendo más peso, en la gestión de la pelota en campo rival Bonaventura es el líder. Siempre es una solución a sus compañeros, recibe a espaldas de la presión rival y contemporiza el ataque rossonero. Saca las jugadas de estrategia y ya nos ha regalado goles de bella factura en el libre directo. Y, por si todo esto fuera poco, es un comodín para su entrenador, que lo ha ubicado también como extremo izquierdo los días que M’Baye Niang no está.
Curiosamente, la progresión en sus cifras realizadoras ha llegado cuando su relación con la gestión del juego ha sido mayor. Cuando más gestor ha sido, mejores números ha cifrado
Esta evolución también se ha visto refrendada en su faceta realizadora. Siete goles y cuatro asistencias en la 14/15, y seis tantos y diez pases de gol en la 15/16 nos muestran una sensible progresión respecto a sus años en el Atalanta. Aunque asistió en 2013 con la Azzurra para disputar un encuentro ante San Marino, no ha sido hasta ahora que Giacomo Bonaventura se ha convertido en habitual de las convocatorias de Italia. Pese a su gran temporada pasada, Antonio Conte no lo consideró para asistir a la Eurocopa de Austria y Polonia de 2016, pero Giampiero Ventura sí ha contado con él habitualmente en las listas que ha elaborado desde que asumiera el cargo en sustitución del hoy técnico del Chelsea.
Y refrendada se verá también, más que probablemente, en una renovación al alza por parte de su club. Las cifras que se manejan son de dos millones de euros netos más pluses de salario, y una extensión de su contrato hasta junio de 2021. Una protección necesaria para un jugador al que, según la prensa, equipos como Atlético de Madrid, Liverpool o Manchester City estarían siguiendo. Aunque, por lo pronto, seguiremos disfrutando de su fútbol en las filas del AC Milan.
Foto imagen principal: Marco Luzzani (Getty Images)