El latido de Torino

Fue sólo un momento. Noventa minutos que dentro de la vorágine de la vida moderna, del fútbol trepidante de anuncios llamativos y estrellas fulgurantes, apenas son nada. Un suspiro. Pero cualquiera que se haya enamorado o que haya visto como su equipo sacaba un córner en una final perdiendo sabe que se puede condensar en ese instante toda una vida. Fue sólo un partido, hora y media. En un escenario casi recién inaugurado, con pintura de esa que huele todavía a estreno pero el ambiente era de esos que te trasladan a otros lugares, otras épocas. Años donde los hombres llevaban sombrero y el Grande Torino era el equipo más grande de Europa. El 26 de febrero, el Torino hizo un partidazo enorme en San Mamés, catedral del fútbol antiguo y moderno. Fue un choque que homenajeó lo más romántico de este deporte y nosotros no tuvimos más remedio que acordarnos de vosotros.

Porque fue como en los añorados viejos tiempos, cuando estabais aquí y el Filadelfia se llenaba cada fin de semana. Esos instantes en que tu equipo del alma está rozando el cielo y crees que todo es posible. No ha sido fácil ser del Torino desde que os fuisteis. Sólo una vez más conseguimos ganar el Scudetto, en 1976, treinta años después de vuestra marcha. Hemos llegado a estar al borde la desaparición, tuvimos que refundarnos. ¿Os imagináis? No era el fin de un equipo, ni de un club, no era fútbol, somos los herederos de algo que va más allá de este loco juego de la pelota. Somos, todos, desde el presidente hasta el utillero, desde el socio más antiguo al simpatizante que vive en Oklahoma y nunca ha estado en Turín, somos los guardianes de vuestro legado, del equipo legendario que cruzó la eternidad desde la colina de Superga. Superamos aquellos momentos y ahora las cosas no van nada mal. Entre medias, hemos vivido la hiel de los descensos y el dulce sabor de los sueños europeos. Ni un minuto de descanso. Ser del Torino es tener el corazón ardiente, ya lo sabéis.

Somos, todos, desde el presidente hasta el utillero, desde el socio más antiguo al simpatizante que vive en Oklahoma y nunca ha estado en Turín, somos los guardianes de vuestro legado, del equipo legendario que cruzó la eternidad desde la colina de Superga.

Ahora se paga demasiado dinero por los jugadores, que también cobran excesivo, el mundo del fútbol se ha vuelto un poco loco y el Torino está lejos de los grandes europeos, pero competimos. Con un entrenador humilde, de los que esperas encontrar en el mercado preguntando a una frutera qué tal están esas fresas. Con un presidente sensato que gestiona con inteligencia nuestros humildes recursos. Y con una plantilla de jugadores, todo corazón y garra, que han paseado nuestro escudo con gran dignidad  por Europa. Hasta ganaron hace poco a la Juventus que lleva cuatro Scudettos seguidos. Y aquella noche de febrero, en San Mamés, lo teníais que haber visto. Once guerreros, subiendo, bajando, entrando en cada cruce como si fuera la última vez que iban a jugar al fútbol. Qué exhibición de Darmian. Darmian en Manaos, Darmian en Bilbao, Darmian en el Olímpico. ¿Os acordáis del trompetista del Filadelfia? Pues Darmian es como aquel sonido de trompeta que os envalentonaba pero corriendo como una flecha  la banda. Cuando él sube como un expreso, la Curva Maratona se exalta, toca arremangarse e ir a por todas. Qué noche aquella de Bilbao, con Glik comandando como un mariscal cada ataque, con Maxi López ganando todo lo que llegaba al área. Había algo mágico en ese estadio vasco.

Algo que también se quedo prendido en Turín desde aquel 4 de mayo de 1949. Turín, vértice de magia blanca y de magia negra, ennoviada de niebla y de lluvia, tan discreta y encantadora como un beso en el cuello pálido de tu amante es un motor industrial y tecnológico de Italia, una potencia enorme de Europa, que es normalmente ignorada por el masivo turismo que se acerca a la península. Turín vive frenética como cualquier ciudad grande del siglo XXI pero con un halo de paz y espiritualidad que parece emanar de Superga, que contempla las calles turinesas desde su trono. Allí dejo de existir el Grande Torino terrenal y nació el mito.

Fue sólo un momento, fueron 90 minutos en San Mamés, vivimos así desde siempre, de momentos, de instantes eternos, pero fue precioso. Fue como volver a veros, el corazón del Grande Torino volvió a latir aquella noche de inicio de la primavera. El vecchio cuore granata, que nunca murió del todo, que siguió insuflando de ánimo y esperanza cada alma granata, latió muy fuerte aquel día. Fue el latido de amor de un equipo a su más grande leyenda. El latido por el que esta afición vive.

El 4 de mayo de 1949 el avión que trasladaba al cuerpo técnico y a los jugadores del Grande Torino desde Lisboa hasta la capital del Piamonte se estrelló en Superga. Moría así un equipo casi invencible que estaba destinado a mandar en Italia y en Europa. Ese día el Torino se hizo más grande que nunca y en esa colina firmo su destino. Sería grande eternamente.

Fuente imagen principal: Harry Engels (Getty Images)

*La colina de Superga, a las afueras de Turín.

Albino Buticchi, una vida de drama y fútbol

El mundo del fútbol es un ecosistema caracterizado por el lujo, la fama y el éxito. Ídolos absolutos del siglo, los futbolistas viven como en un mundo irreal que el común de los mortales imagina como un paraíso de dinero fácil y bellas mujeres. El resto de protagonistas del espectáculo del fútbol tampoco se libran de ese aire de bon vivant, incluidos los presidentes. La Serie A es un campeonato diferente, un tanto absurdo y con tintes tragicómicos, fiel reflejo de un país maravilloso pero incomprensible. Los presidentes del Calcio hacen honor al adorable esperpento que supone la italianità. El hilarante Ferrero de la Sampdoria o Zamparini, experto en devorar entrenadores, mantienen el listón actualmente mientras no olvidamos a Berlusconi o la familia Tanzi, que arruinó su millonaria empresa y al Parma de paso. 

Albino Buticchi poco tiene que envidiar en cuanto a drama e intriga a otros dirigentes del fútbol italiano.

Albino Buticchi fue un presidente que poco tiene que envidiar en cuanto a drama e intriga a otros dirigentes del fútbol italiano. Fue el máximo dirigente del Milan de 1972 a 1975. Consiguió ganar dos copas de Italia y una supercopa pero quizá lo más recordado de su periodo fue el rocambolesco final de la temporada 1972-1973. El 20 de mayo de 1973 el Milan comandaba la clasificación con un punto de ventaja sobre Juve y Lazio. Los tres equipos jugaban fuera, la Juve contra la Roma, la Lazio contra el Napoli y el Milan en Verona, contra el Hellas. El Milan había sido líder durante todo el campeonato y el Scudetto parecía seguro. Esa misma semana, antes del partido decisivo, los rossoneri habían ganado la Recopa antes el Leeds y Nereo Rocco, el míster, había pospuesto las celebraciones para después del partido de Verona. El champán se enfriaba en la nevera listo para su consumo. Dos problemas, sin embargo, preocupan a Rocco. Primero, que una descalificación le impedirán estar en el banquillo; segundo, el estado físico del central alemán Schnellinger y el cansancio generalizado del equipo por la final europea.

Los temores de Rocco se confirmaron y el Milan saltó a Verona inmóvil, inane y a la media hora ya perdía 3-0. El partido acabó 5-3 a favor de los veroneses, el Milan perdió el título y desde entonces ese aciago partido se conoce como Fatal Verona en los ambientes milanistas. Dos años después, la intención de Buticchi de vender a Gianni Rivera le enfrenta a la estrella y a los tifosi y abandona la presidencia milanesa.

Buttichi nació en la Spezia en 1926 y siendo joven participó en la resistencia contra los nazis durante la Segunda Guerra Mundial. El resto de su vida estuvo marcado por la polémica, líos de falda y lujo hasta un triste final. Ya desde joven, Buttichi tenía claro que su objetivo en la vida era ganar dinero. En la Italia que se estaba reconstruyendo después de la devastadora gran guerra el joven Albano pronto encontró oportunidades y en los años 60 ya era responsable de la petrolera BP en el norte de Italia. Su vida tiene lugar entre paseos en su yate, sus negocios, su Alfa Romeo y sus escarceos amorosos. Y con el fútbol como telón de fondo, deporte que le apasiona hasta el extremo y del que quiere formar parte cuanto antes.

Siendo joven, Buttichi participó en la resistencia contra los nazis durante la Segunda Guerra Mundial.

Amigo de Gianni Rivera, al que luego querría vender y sustituir por Claudio Sala, consiguió en 1972 llegar a Via Turati. Buttichi tenía claro que su influencia en el equipo debía ser total. “Si yo pongo el dinero, decido yo”. Pero el dramático partido de Verona y el enfrentamiento con el bambino de oro le hizo abandonar la presidencia en diciembre del 75.

Después de su aventura rossonera intentó seguir en el mundo futbolístico tanto en el Torino como en la Roma pero ambas aventuras fracasaron. La vida se le empezó a torcer a Albino. Diversos reveses en negocios y en relaciones sentimentales le abocan a una depresión, hasta que en 1983 decide terminar con su vida disparándose un tiro en la cabeza. Sobrevive, pero a costa de una ceguera producida por el disparo. A partir de ahí intenta mejorar su ánimo e incluso llega a reconciliarse con Rivera, con el que no se hablaba desde su salida del Milan. Pero, tras perder 400 millones de liras en el casino durante una noche, vuelve a intentar suicidarse tirándose desde una ventana. Esta vez se rompe el fémur, pero también consigue contarlo.

Abandonado por sus hijos, acabó falleciendo en 2003 en la más absoluta soledad. Pero Buticchi siempre tuvo algo como compañero fiel a pesar de su ceguera y es que hasta el último momento su presencia fue habitual en las gradas de San Siro. No necesitaba ver ni estar en el palco, no necesitaba nada para estar cerca de su amado Milan, el verdadero amor de su vida.

Fuente imagen principal: Agencias.

*Gianni Rivera en primer plano, Albino Buticchi al fondo.

Aquel Pescara de Immobile, Verratti, Insigne… Y Zeman

Es lógico que cuando se recuerde a un grupo de jugadores que coincidieron en espacio y tiempo en un mismo equipo vengan a la mente equipos de primera fila. Equipos que tienen por costumbre ganar títulos temporada sí y temporada también o equipos que no fueron campeones por poco

Sin embargo hoy, y aprovechando que estamos en Underground -importante eso de Underground- Football me apetece recordar, con motivo del regreso del Pescara a la Serie A italiana, una conjunción de jugadores que unidos a un carismático entrenador, ‘adoptado’ por Italia, decidieron que muchos aficionados –o al menos ese era mi caso- nos entusiasmáramos cada fin de semana de la temporada 2011/12 con un equipo que ni siquiera jugaba en la máxima categoría del calcio italiano pero que atesoraba a grandes promesas del fútbol transalpino en su plantilla y que el tiempo, decíamos o decía, pondrían en su sitio.

Así ha sido y estos tres futbolistas ya son conocidos por cualquier aficionado al fútbol internacional. Hablo de Lorenzo Insigne, Ciro Immobile y Marco Verratti. De no ser por una inoportuna lesión, el jugador del Paris Saint Germain habría sido llamado por Conte para la Eurocopa y los tres habrían coincidido en la concentración de la Azzurra, 4 años después de que se cerrase aquella temporada de ensueño para los aficionados del Delfino (sobrenombre del club que significa delfín en italiano aunque no creo que haga falta traducción…).

Aquella temporada que terminó en campeonato y ascenso a la Serie A, finalizó como si de un castigo infantil se tratara. Cada uno castigado a su cuarto por portarse ‘mal’. A otro equipo en este caso. Pero por el camino ya habían dejado con la boca abierta a Italia y a los observadores internacionales gracias a los 28 goles anotados por Immobile –pichichi de la competición-  y sus 6 asistencias,a los 18 goles marcados por Insigne además de 14 asistencias, y las clases magistrales de Marco Verratti desde el centro del campo a las que ya, con el paso del tiempo estamos acostumbrados.
Delfino Pescara - Football tactics and formations

¿Ningún equipo de Serie A había descubierto antes a Verratti, propiedad del Pescara? ¿De verdad no tenían sitio en el primeros equipos de Juventus y Napoli Immobile e Insigne para tener que salir cedidos a un equipo de Serie B? Parece que el único que hiló fino en este caso fue Daniele Delli Carri, director deportivo del Pescara entre 2010 y 2013 y posteriormente del Genoa y del Catania. Prueba de ello y posible argumentación para las preguntas planteadas al inicio del párrafo es que ninguno de estos tres futbolistas volvió desde entonces a pisar la segunda división transalpina más que para alguna eliminatoria copera o un amistoso.

Después de aquel año, todos con menos de 23 años, ninguno de los tres volvió a jugar en la Serie B.

Las cosas no le van bien ahora a Delli Carri ya que ha sido condenado a cuatro años de inhabilitación y a pagar una multa de 80.000 euros por el escándalo de amaño de partidos ‘I treni del gol’ que lo salpicó cuando estaba ligado al Catania. A fin de cuentas, Delli Carri fue el más listo de la clase por aquel entonces y decidió, junto a Zeman, confiar en tres jugadores de insultante juventud para ascender al equipo con los riesgos que conlleva esa apuesta en una categoría en la que es más común ver a veteranos que no duden un segundo en meter la pierna para ganarse su jornal.

Ciro, de 21 años por aquel entonces, Lorenzo, de 20, y Marco, de 18, se echaron el equipo a sus espaldas y poco a poco fueron llenando las casi siempre desangeladas gradas del Stadio Adriatico de gente e ilusión a partes iguales. Sus actuaciones valían el precio de las entradas y el estar pegado a una televisión entre las 15:00 y las 17:00 del sábado (horario típico de la Serie B).

Verratti se marchó al PSG ese mismo verano dejando en el club del Abruzzo algo más de 10 millones de euros. Immobile volvió a Turín, pero no para jugar en la Juventus, sino para marcharse al Genoa (con Delli Carri) y después al Torino convirtiéndose en el ‘Toro’ en pichichi de la Serie A. Insigne retornó a Nápoles para seguir creciendo rodeado de su gente y convertirse en una de las referencias del equipo partenopeo, status del que disfruta en la actualidad. Muchas líneas van escritas sobre los jugadores pero conviene también analizar al director de orquesta.

El equipo fue el más goleador de la competición pero el que más encajó de la parte alta de la tabla. Típico de Zeman.

Zdenek Zeman, el bohemio adoptado por Italia, con su característico 4-3-3 como condición innegociable y sus suicidios ofensivos como arma principal, fue otro de los triunfadores de esa maravillosa temporada. El checo fue fiel a sus principios y la calidad de sus jugadores de ataque lo llevó a conquistar el campeonato siendo el equipo más anotador del certamen (90 dianas) pero el equipo más goleado de entre los 8 primeros clasificados (55). Los partidos que involucran a equipos dirigidos por Zeman aseguran goles y ejemplos hay miles, pero por quedarnos con esa temporada, el equipo abruzzese sólo se quedo sin perforar la portería rival en cuatro partidos de 42 disputados. Una auténtica locura que tiene al aficionado al fútbol italiano dividido entre detractores y aduladores. Zeman tampoco continuó dirigiendo al equipo.

A los Zeman, Insigne, Verratti e Immobile convendría añadirles la temporada de Sansovini, Capuano, Caprari o Cascione que también colaboraron de forma activa para que la temporada quedara grabada en la mente de los aficionados –o no- del Pescara aun estando a la sombra de las actuaciones de Ciro, Marco y Lorenzo.

Zeman, Insigne, Verratti e Immobile abandonaron el barco ese verano y el equipo siguió apostando por jugadores jóvenes en la temporada de su regreso  a la Serie A. Delli Carri consiguió que Mattia Perin, Juan Fernando Quintero, Vladimir Weiss, Jonathas o Bjarnasson vistieran esa temporada la camiseta del Delfino, pero los resultados no fueron nada buenos y el equipo finalizó la temporada como colista de la competición.

El fútbol, como la vida, son ciclos. El Pescara ha cumplido uno y vuelve ahora a la Serie A pero con idénticas incógnitas sobre su futuro ya que se prevé nueva desbandada. Sólo Caprari repite de aquel equipo que despertó el interés de italianos y no italianos. Es lo que tiene tener a un jugador que es capaz de marcar 30 goles en una sola temporada. Es lo que tiene ser el club que tiene en sus filas a Lapadula.

Fuente imagen principal: Giuseppe Bellini (Getty Images)

Liderazgo en Giacomo Bonaventura

El AC Milan de Vincenzo Montella está siendo una de las sorpresas del panorama europeo. Solidez, sobriedad, orden y criterio con balón están siendo sus avales competitivos. Sin embargo, un equipo basado en el orden debe tener alguien que genere el caos en el equipo rival. Y ese no es otro que Giacomo Bonaventura.

Era el verano de 2014, y el mercado de fichajes del AC Milan era de todo menos inspirador. Descartes de otros equipos, como Diego López, Fernando Torres, Álex, Ménez o Suso, unidos a otros nombres de perfil menor como Gabriel Paletta o Mattia Destro, llegarían ese verano a Casa Milan. Jugadores con cierto renombre, pero que debían rendir más que en su año anterior para que el equipo pudiera competir por estar bien arriba. En el banquillo, el novato Filippo Inzaghi sería el encargado de acoplar una estructura competitiva uniendo esos fichajes con el escaso talento que aún permanecía en la plantilla. Sin embargo, sobre la bocina se cerró la que sería la gran incorporación del mercado, y el fichaje más caro de aquel año: Giacomo Bonaventura. El jugador más destacado de un equipo generador de talento como el Atalanta arribaría a Casa Milan a cambio de 7 millones de euros. Acostado en la izquierda del ataque bergamasco, ‘Jack’ Bonaventura driblaba a todo el que le salía a su par. Sin embargo carecía de una gran resolución en los resultados finales. Un bagaje de 5 goles y 4 asistencias la temporada previa a su desembarco en Milán eran cifras decentes, pero no parecían la solución a los problemas que el Milan tenía arriba desde que Ibrahimovic marchó a París.

El acoplamiento de Bonaventura al AC Milan de Filippo Inzaghi no fue fácil. La preferencia del míster por jugadores de carácter más finalizador arriba –como Honda, Cerci o Ménez- para acompañar al delantero centro hizo que ‘Jack’ tuviera que buscar acomodo en el interior izquierdo, primero en 1-4-4-1-1 con labores más organizativas que las que asumía en el Atalanta, y posteriormente en 1-4-3-3 con falso 9, en el que Bonaventura debía abrirle siempre líneas de pase a Nigel De Jong, para que no tuviera dificultades en salida de balón. En definitiva, Bonaventura pasó en muy poco tiempo de ser un elemento que desbordaba al rival a uno que generaba orden a su propio equipo. Sin embargo, no perdió su esencia regateadora, e incorporó a su repertorio una paleta de pases muy amplia. Como interior izquierdo, ‘Jack’ recibía en la base, abría líneas de pase por el costado izquierdo, cambiaba de frente cuando había juntado al equipo rival a su alrededor y, para colmo, desarrolló una gran capacidad para filtrar el pase definitivo al delantero. Más allá de su gran nivel, se convirtió en el centrocampista más importante del equipo tras la lesión de Montolivo. Andrea Poli nunca estuvo capacitado para dirigir al Milan, y los otros mediocentros eran Michaël Essien, Sulley Muntari, muy limitados con balón, y unos jovencísimos Riccardo Saponara y Bryan Cristante, quienes no llegaron a contar con una oportunidad.

Ante la escasez de talento a su alrededor, Giacomo Bonaventura tuvo que erigirse como líder del centro del campo milanista

Sin embargo, su confirmación total como el motor del equipo llegó la temporada siguiente, a las órdenes de Mihajlovic. Tras muchas pruebas con el dibujo táctico, Sinisa asentó a su Milan en un 1-4-4-2 clásico en el que Jack seguía acostado en la izquierda. El equipo mantenía las líneas muy juntas, y el italiano era el encargado de lanzar los contragolpes, acelerar mediante conducciones y buscar en profundidad a dos flechas como Niang y Bacca, jugadores con buen criterio para combinar desmarques de apoyo y de ruptura según lo que pidiera la jugada en cada momento. Además, la tranquilidad con la que juega Bonaventura y su habilidad le permiten pausar la jugada unos segundos y aguantar la bola (la protege muy bien con el cuerpo, poniendo el trasero entre los rivales y el balón). Estos segundos son mágicos para que el Milan suba líneas y los apoyos le lleguen. Esa pausa también se traduce en un gran criterio con el balón: Bonaventura no se equivoca casi nunca. Como no le quema la pelota en los pies, irse de dos rivales para luego soltarla y dejar a un compañero en situación de ventaja no es problema para él.

En el nuevo Milan de Vincenzo Montella los roles se han repartido más. Bonaventura ya no tiene que recibir tan abajo ni tan escorado, ya que la irrupción de un jugador que la saca desde atrás como Manuel Locatelli le permite irse más arriba, y Mattia De Sciglio está subiendo con buen criterio, por lo que Jack está tendiendo mucho más a zonas interiores y de mediapunta. Pese a que, en salida de balón, otros jugadores como el propio Locatelli o Alessio Romagnoli están teniendo más peso, en la gestión de la pelota en campo rival Bonaventura es el líder. Siempre es una solución a sus compañeros, recibe a espaldas de la presión rival y contemporiza el ataque rossonero. Saca las jugadas de estrategia y ya nos ha regalado goles de bella factura en el libre directo. Y, por si todo esto fuera poco, es un comodín para su entrenador, que lo ha ubicado también como extremo izquierdo los días que M’Baye Niang no está.

Curiosamente, la progresión en sus cifras realizadoras ha llegado cuando su relación con la gestión del juego ha sido mayor. Cuando más gestor ha sido, mejores números ha cifrado

Esta evolución también se ha visto refrendada en su faceta realizadora. Siete goles y cuatro asistencias en la 14/15, y seis tantos y diez pases de gol en la 15/16 nos muestran una sensible progresión respecto a sus años en el Atalanta. Aunque asistió en 2013 con la Azzurra para disputar un encuentro ante San Marino, no ha sido hasta ahora que Giacomo Bonaventura se ha convertido en habitual de las convocatorias de Italia. Pese a su gran temporada pasada, Antonio Conte no lo consideró para asistir a la Eurocopa de Austria y Polonia de 2016, pero Giampiero Ventura sí ha contado con él habitualmente en las listas que ha elaborado desde que asumiera el cargo en sustitución del hoy técnico del Chelsea.

Y refrendada se verá también, más que probablemente, en una renovación al alza por parte de su club. Las cifras que se manejan son de dos millones de euros netos más pluses de salario, y una extensión de su contrato hasta junio de 2021. Una protección necesaria para un jugador al que, según la prensa, equipos como Atlético de Madrid, Liverpool o Manchester City estarían siguiendo. Aunque, por lo pronto, seguiremos disfrutando de su fútbol en las filas del AC Milan.

Foto imagen principal: Marco Luzzani (Getty Images)

Presente y futuro en Elseid Hysaj

Elseid Hysaj no es sólo un futbolista de futuro. A sus 22 años, el lateral derecho del Napoli y de la selección albanesa ya es uno de los mejores defensores de la Serie A, una competición en la que el nivel de los defensores ha sido siempre, y es en la actualidad, muy alto. Hysaj es futbolista de de futuro prometedor y presente revelador, pero el pasado de este joven albanés no deja indiferente a nadie.

Con la caída del comunismo en los regímenes del este de Europa, fueron muchos los habitantes de estos estados que decidieron, o bien se vieron obligados, a buscar suerte en otros países europeos abandonando sus casas y sus familias con el objetivo de hacerlas prosperar.

Este fue el caso de Gzim Hysaj, que a principios de los 90 abandonó Albania como tantos y tantos compatriotas suyos, para establecerse en Italia y tratar desde allí de llevar dinero a su familia que se había quedado en Shkoder. Su familia fue, a pesar de esta difícil situación creciendo y en febrero de 1994, ya con Gzim establecido en la Toscana, nació Elseid Hysaj. 

Bajo la protección de su madre y la añoranza de la figura paternal, el pequeño Elsi fue creciendo y comenzando a dar sus primeros pasos en el mundo del fútbol. El KF Vilaznia Shkoder,  que actualmente juega en la primera división albanesa, vio como daba sus primeros pasos.

Gzim sólo era uno de los miles de albaneses que vivían en Italia, pero estaba seguro de que su hijo, a pesar de su insultante juventud, tenía capacidades para vivir de darle patadas a un balón. En sus viajes de vuelta a casa, en los que cruzaba el Adriático en rutas algo peligrosas, pensaba en la manera de llevar a su familia hasta Italia y de momento, que la carrera futbolística del pequeño Hysaj prosperara era la opción más viable que se le había ocurrido. 

Papá Hysaj trabajó como albañil en una ocasión para Marco Piccioli, el que fuera representante entre otros de Nuno Gomes y que en la actualidad tiene relación contractual con Joao Pedro o Angella. Gzim no desaprovechó la oportunidad para ofrecerle a su hijo asegurándole que tenía un futuro prometedor a pesar de sus 10 años. Y no se equivocaba.

Cuatro años más tarde, Elseid viajó a Italia con su padre para ejercitarse a prueba con varios equipos italianos. Cuentan que la Fiorentina estuvo a punto de hacerse con sus servicios pero detalles burocráticos retrasaron la firma y el Empoli, club toscano al igual que los viola, se adelantó firmando a un lateral que a los 18 años debutó con el primer equipo a las órdenes de Maurizio Sarri aún en la Serie B.

Desde aquel mes de octubre de 2011 en el que Hysaj se estrenó en una convocatoria con el primer equipo, no ha conocido, salvo contadísimas excepciones, otro ocupante del área técnica que no sea Maurizio Sarri. El ahora técnico del Napoli devolvió al equipo toscano a la Serie A con Hysaj como una de las revelaciones de su equipo y consiguió consolidar al club en la máxima categoría del fútbol italiano a pesar de las dudas que había entorno a la calidad y posibles prestaciones de su equipo.

Sin hacer mucho ruido en los rumores de calciomercato pero sí en los mentideros del infracalcio, eran pocos los que se habían dado cuenta de que Hysaj era aún, a pesar del gran nivel que mostraba, una perla por pulir. Sarri, tras abandonar Benítez San Paolo, firmó por el Napoli y se llevó al joven lateral albanés, además de a Mirko Valdifiori, a su nuevo equipo.

Es la pasada temporada, su primera en Nápoles, cuando se produce la explosión de Hysaj. Fijo desde el principio con Sarri en la banda derecha aunque con capacidades para jugar en la izquierda, el joven lateral se amolda a la perfección al club que lucha hasta prácticamente por el final por el Scudetto.

Destacando por su colocación, su anticipación, su velocidad y sus capacidades ofensivas, Hysaj parecía llevar jugando toda la vida en San Paolo y este verano, tras disputar la primera Eurocopa de la historia de su país en Francia, sonó para reforzar a algunos de los clubs más grandes del continente.

Hysaj es sólo uno de los 482.959 ciudadanos regularizados de origen albanés que viven en Italia según los datos ofrecidos por el Servicio Italiano de Estadística. La comunidad albanesa es la segunda más numerosa en cuanto a los no comunitarios se refiere en territorio transalpino, y a pesar de que siempre han tenido cierta presencia en el fútbol italiano, es en los últimos años cuando están ganando más presencia cualitativa que cuantitativa. De los ocho jugadores albaneses que juegan actualmente en la Serie A (Berisha, Strakosha, Memushaj, Veseli, Manaj, Ajeti y Maloku), podríamos decir sin riesgo a equivocarnos que el más destacado es este talentoso lateral que gracias al empeño de su padre, juega en un equipo de Champions League.

Es verdad que la vida te pone a veces grandes oportunidades por delante sin que ni siquiera seas conscientes de que te encuentras ante una de ellas. Que se lo digan a la familia Hysaj que estas opciones de medrar las encontró encarnadas en las personas de Piccioli y Sarri (otro personaje marcado por la inmigración). Hay quien elige exprimir todas esas posibilidades y quien desconfía y las deja pasar. La necesidad y las ganas de triunfar hicieron de Elsi una persona más parecida a ese primer tipo que al segundo. 

Fuente imagen principal: Francesco Pecoraro (Getty Images)